martes, 10 de enero de 2012

LAS BISAGRAS DEL ARMARIO



Curiosea. Mamá le había recordado aquella mañana, a los gritos, como siempre, que debía arreglar, sin falta, las puertas de los armarios de la tía Conchi, que era lo menos que podía hacer por alguien de la familia, ahora que trabajaba en una mueblería, porque desde que el primo Kevin se había ido al Líbano con la Legión, la tía echaba en falta un hombre que se ocupara de esas cosas. Mamá se repetía. La tía Conchi le había dejado a mamá las llaves del piso. La tía Conchi pasaría toda la mañana de compras en Barcelona. Navidad. El primo Kevin que está al caer con permiso de veintiún días. Navidad.


Curiosea. Está solo en aquel piso inmenso, conocido y ajeno. Trabaja y curiosea. Ajusta y aceita las bisagras de un armario. Cambia de habitación. Hace lo mismo con las puertas del otro, pero ha de corregir el calce de los pasadores interiores y quita un par de cajones. De la sorpresa pasa a la perplejidad y después, unos cuantos minutos después, se descubre a las puertas del Paraíso. Uno de los cajones rebosa medias y pantys de rejilla, tangas de seda natural, ligueros de satén blancos, caramelo y rosa. En el otro cajón, sostenes “de balconette”, bodys blancos, negros y pistacho. Su mano reconoce la textura del tabú. Sonríe. Se quita la ropa y el espejo de la puerta del armario le devuelve la única imagen que ama y le pierde. Mamá nunca entendió lo de la depilación integral del pecho y de las piernas, porque si Dios le puso pelos a Adán, por algo sería, ¿no? Vuelve a mirarse al espejo. Se prueba unas medias de seda fría con un body caramelo, de raso y tanga de seda natural bordada. Se ajusta las medias como antes lo hiciera con las bisagras y se vuelve hacia el espejo. No deja de sorprenderle que aquella ropa modele un cuerpo como el suyo, machacado diariamente en el gimnasio municipal. Y, en el momento en que comienza a imaginarse sobre unos tacones de raso negro y blonda, oye un portazo y la voz del primo Kevin anunciando “¡ya estoy aquiiii!”. Inmediatamente coloca los cajones en su sitio, recoge su ropa de trabajo y, sin quitarse nada, entra en el armario y cierra las puertas por dentro. Por primera vez, cae en la cuenta que aquel armario es el del primo Kevin. Sonríe. Se acuclilla. Oye aproximarse el paso de unas botas. Espera y sonríe.


Para O comentario: se acabó el "oRsaY", vuelvo a entrar en juego, vamos a ver cómo pinta el resto de la temporada, por el momento cuelgo estas "Bisagras".

Si alguien pasó hace unos días por aquíy vió colgada una entrada sobre los negocios del yernísimo Real, ya no la encontrará, desde el momento que la colgué comencé tener ciertos problemas "muy, pero que muy raaaros" en mi utilización del bloss, quitada la entrada ahora todo va como una seda. Quién quiera entender que entienda, pero esto es lo que nos ataron bien atado y nos lo dejaron de "regalito de Reyes"

salut
.

5 comentarios:

Susana Camps dijo...

Pues menuda rentrée, Hugo. Fenomenal relato. Aunque es muy visual y lo digo en sentido positivo, yo me quedo precisamente con lo menos visual: la frase "reconoce la textura del tabú". Para mí es el punto álgido. Y la última sonrisa, por supuesto. Excelente pintura de personajes.
Abrazos, celebro el retonno.

MARIA FABIANA CALDERARI dijo...

Jajaja, Hugo, feliz retorno.
Un abrazo.

hugo dijo...

Hola Susana:
tu observación sobre la textura del tabú es interesante porque ese es el punto álgido de la estructura simbólica que subyace en el texto.
Acerca de la cuestión visual es que pretendía que todo estuviera gobernado por el espejo -el del protagonista y el del primo Kevin.

muchas gracias por pasar

salut,

hugo dijo...

Hola Fabiana:

Tus carcajadas se oyen desde aquí, gracias por pasar dejarlas todos estos día en mi bloss

chau

Rosana dijo...

Me gusta cuando retratas a hombres que reprimen sus verdaderas pulsiones pero sin éxito porque son lo que son aunque se disfracen de machito.

Algo así le debe de ocurrir al obispo de Alcalá de Henares qu está empeñado en el que la homosexualidad es un enfermedad y asegura que se cura(tanto empeño me hace sospechar de "sus interioridades"... pero no sale del armario no.