martes, 1 de marzo de 2011

EL ÚLTIMO JINETE







Kilómetros de hilo de sutura, toneladas de yeso, de balas de algodón y de gasas colapsan los almacenes del Hospital General de la Meseta. No queda ya donde estibar tantas bolsas de sábanas y toallas, cajas y cajas de gorros, delantales y guantes desechables, cajas y cajas de material quirúrgico. Y neveras atestadas de bolsas de plasma y de litros de cortisona y morfina.


Una luz cegadora vela la aséptica y ociosa espera de los quirófanos. La misma luz, pero desbordada por una impoluta soledad impera en la UVI. Las camas vacías. La sucesión de camas vacías en medio del inútil y vasto silencio de las enormes salas deshabitadas. Sólo los pasos de médicos y enfermeras resuenan en el desierto acristalado de los pasillos y dan fe de que aún alguien aguarda la llegada de los heridos de la última guerra.


Fuera, la arena de un viento arbolado y constante azota las calles de las ciudades abandonadas. Ese mismo viento emborrona el perfil de los trenes detenidos en medio de la meseta. Infinita continuidad de vagones inmóviles que conservan intacta su carga de ataúdes vacíos.


Fuera, la mar balsea corbetas, fragatas, destructores y buques de asalto formados en cadena de bloqueo. Aunque hace ya más de un año que se observó aquel despliegue nadie ha desembarcado aún y los misiles continúan artillados.

Sobre la línea de horizonte de la meseta acaban de estallar tres hongos que mutan rápidamente del blanco al amarillo, al ocre y se deshacen en siena intenso. Los médicos y enfermeras se afanan por ganar los refugios. Llevan ya más de un año en esa rutina. Poco a poco se han convencido que esta es la última guerra y que no habrá ni heridos ni muertos, sólo desaparecidos
.


.


.

5 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Enhorabuena, muy buen relato.
Me pregunto ¿Y lo que sale del hospital? ¿Qué se hace de las visceras extirpadas, de los tumores informes, de los gánglios, excrecencias, segmentos de tripa?
¿Qué se hace de la sangre después del análisis?
¿Llega a un lugar aséptico?
Se garantiza la no contaminación.
¿Y sobre la línea de la meseta, existe un refugio a resguardo de bisturís?
Salud
Francesc Cornadó

Gemma dijo...

Muy bien recreada la atmósfera de la contienda de la guerra. También el lenguaje me parece, de igual modo, de lo más acertado.
Abrazos, Hugo

Jesus Esnaola dijo...

Me gusta mucho que te fijes en los sanitarios en una guerra en la que serán completamente innecesarios. Una guerra sin muertos, porque no hay muerto sin cadáver. Qué sutileza.

Muy buen texto, Hugo, a ver si no te haces tanto de rogar.

Un abrazo.

MARIA FABIANA CALDERARI dijo...

Hasta el aroma del micro puede sentirse. Coincido con Jesus, Hugo, no te hagas de rogar.


(Escribes la palabra "desaparecidos" y me duelen los huesos...)
Abrazos.

Propílogo dijo...

Brutal, Hugo. Descripción absoluta de la inmovilidad total, de lo necio del despliegue.
Me quedo con "la arena de un viento arbolado y constante".

Saludos temerosos