jueves, 27 de agosto de 2015

Vida Normal


“A partir de hoy, vida normal, y nos volvemos a ver de aquí seis meses”. El médico la despide con un par de besos.

Cava y pastas para celebrar con sus amigas el alta definitiva.
 -Te ha dicho normal,  así...? normal, vamos –Laia falsea la duda. Cuca y perra, como siempre, ahora se siente incomoda y torpe ante la nueva vida normal de usted.
-Pero, a ver, qué entiende el médico por vida normal,¡eh! –Montse, como de costumbre, chilla para que el resto calle-, porque fumar no podrás...
-...hace tiempo que no fumo, Montse –la interrumpe usted.
-...o, por ejemplo, ir a la playa? –Montse la ignora, nada nuevo-. No me digas que podrás ir, normal, a la playa, así como estás –habla de usted, pero sólo le interesa convencer a las otras.
-Bueno, ¿por qué no? –tercia Nuri- ¿Con un bañador vintage? o con uno de esos biquinis enteritos...
-Esos biquinis con relleno, ¿quieres decir? –Laia descompone el gesto y niega con la cabeza-.¡No los usa ni mi madre! Dice que le hacen una figura horrorosa –ríe. 
-Tu madre tampoco va mucho a la playa –Nuri sonríe para sí.
-Va a la de Ribes Roges con el grupo de jubiladas –Laia responde a Nuri, pero lo dice dirigiéndose a usted, sin ocultar un rictus de compasión. Cuca y perra, como siempre.
-¡Uf! Ribes Roges, ese plato de sopa –dice usted. Ríe y mira a Laia que se muerde el labio inferior y los ojos perdidos en las baldosas-, tampoco sé por qué vamos a la de la República –añade usted encogiéndose de hombros.
-Pero... entonces piensas ir a la playa –Montse pregunta y arruga el ceño.
-No lo sé, Montse, no lo sé – responde usted y añade- Vida normal, ¿no? –les sonríe.

Despedida. Besos al aire. Nos vemos. Muy bueno todo, cariño, cuídate.
Amigas “de toda la vida” y funcionarias, como usted.  No siempre han entendido su soledad y la vida secreta de sus amantes. Su operación, más allá del pavor que les produjo imaginarse en una situación parecida, no les impidió dejar caer enseguida que, cuando se vive en “el desorden amoroso” son inevitables los “peajes” del destino. No como ellas, con hijos universitarios y maridos adictos al trabajo y al sexo virtual.
Hoy, ninguna de las tres se ha interesado por su dolor. Nada nuevo. Sonríe.

Una semana después, se las encuentra en la playa de la República. Toman el sol en topless y hablan de sí mismas, como siempre. Callan no bien la ven llegar. Balbucean una respuesta a su saludo mientras usted planta la sombrilla y extiende la toalla al lado de ellas, como siempre. Miradas hacia otro lado de las tres. No disimulan una mezcla de asco y espanto, en cuanto usted se queda en tanga, se quita la camiseta y, por primera vez, deja al aire la mastectomía de su pecho izquierdo. Les sonríe. Entra al agua y nada hasta la punta del espigón. Cuando vuelve a la playa, las tres han desaparecido. Usted se seca el pelo y la cara. Se coloca los cascos. Sintoniza Cat.Music. Schumann, Concierto para piano, op.54 . Sonríe. Marta Argerich. “Sin duda, ellas son la vida normal que aconseja el médico”. Piensa. Allegro affettuoso “¿Por qué intentar ahora la vida que nunca quise, si en la diferencia tampoco se vive tan mal”. Sonríe. Se tiende boca abajo. El piano ha comenzado el diálogo con el oboe y usted encoge los pies debajo de la sombrilla.
  



Para O comentario: La playa de Vilanova suele ofrecer más de una sorpresa. 
Hace unos meses, una señora, de más de 60 años, tiende su toalla cerca de mi. Se quita su camiseta y se pone a tomar el sol: sólo tiene un pecho. La sorpresa es la naturalidad con que ha asumido la mastectomía del otro. Saluda a otras mujeres, pero ninguna se le acerca. 
Aquella misma tarde, en el trozo de playa donde rompe el mar, veo a una chica danesa con el brazo derecho cortado a la altura del codo jugando a la paleta con su hija pequeña. 
Dos días después, nuevamente en la playa,  oigo a mis espalda a un señor que le relata a otro con todo lujo de detalles como a su hermano le han extirpado un testículo afectado por un cáncer y la "vida normal" que hace.
 Demasiados hechos de la "vida normal" como una excelente metáfora de la transgresión, demasiados hechos como para no hacerles caso.


1 comentario:

Francesc Cornadó dijo...

Les puede faltar un brazo o cualquier otro miembro o víscera, y gracias a la ciencia pueden hacer vida normal. Vida normal, lujosa diría yo, también la hacen muchos descerebrados que mandan y en este caso no es gracias a la ciencia, sino gracias a su capacidad para robar sin escrúpulos.
Salud