jueves, 22 de octubre de 2015

La Narración. Entre Ulises y Edipo: Piglia



(Reproduzco fragmentariamente el texto de una conferencia-discurso que Ricardo Piglia pronunció en Talca, Chile, en 2005, con motivo de la recepción del Premio José Donoso y que aparece ahora en su Antología Personal que editó Anagrama en enero de este año.

Si como narrador, tengo una ideología, es decir, la sistematización de unas ideas que devienen en pensamiento, en estructura de pensamiento, pues toda mi ideología de narrador está en este texto que sigue).


MODOS DE NARRAR

(...).

Podemos imaginar que el primer narrador se alejó de la cueva, quizá buscando algo, persiguiendo una presa, cruzó un río y luego un monte y desembocó en un valle y vio algo ahí, extraordinario para él, y volvió para contar esa historia. Podemos imaginar, en todo caso, que el primer narrador fue un viajero y que el viaje es una de las estructuras centrales de la narración; alguien sale del mundo cotidiano, va a otro lado y cuenta lo que ha visto, la diferencia y ese modo de narrar, el relato como viaje, una estructura de larguísima duración, ha llegado hasta hoy. No hay viaje sin narración, en un sentido podríamos decir que se viaja para narrar. Por eso los viajeros van siempre con máquinas  fotográficas y tratan de capturar los rastros de lo que van a contar a sus amigos cuando vuelvan.

Pero podríamos pensar que hay otro origen en del acto de narrar. (...)...podríamos imaginar que el otro primer narrador ha sido el adivino de la tribu, el que narra una historia posible a partir de rastros y vestigios oscuros. Hay unas huellas, unos indicios que no se terminan de comprender, es necesario descifrarlas y descifrarlas es construir un relato. Entonces podríamos decir que el primer narrador fue tal vez alguien que leía los signos, que leía el vuelo de los pájaros, las huellas en la arena, en las  vísceras de los anímales y que a partir de esos rastros reconstruía una realidad ausente. Tal vez el primer modo de narrar fue la reconstrucción de una historia cifrada. (...)

Etimológicamente, narrador quiere decir “el que sabe”, “el que conoce” y podríamos ver en esa identidad en dos sentidos: el que conoce otro lugar porque ha estado ahí y el que adivina, intenta narrar lo que no está o lo que no se conoce.

Podríamos recordar aquí el esquema de la Poética de Aristóteles. La trama básica propone un doble movimiento, una doble transformación: el paso del hogar a la aventura (peripetia, viaje) y el paso de la ignorancia al conocimiento (anagnórisis, investigación). El primer movimiento tiende a la lógica de la acción, lo que sucede es la clave. El segundo se construye a partir de la pregunta que estructura una pesquisa.

(...)

Podríamos entonces pensar que esos dos grandes modos de narrar han construido sus propios héroes. Está la larga tradición del viajero, del errante, del que abandona su patria, el astuto Ulises, el politropos, el hombre de muchos viajes, el que está lejos, el que añora el retorno, el sujeto que está siempre en situación precaria, el nómada, el forastero, el que está fuera de su hogar y vive con la nostalgia  de algo que ha perdido (...) Podríamos imaginar a Ulises como la metáfora de la construcción de la subjetividad.

Y desde luego, el otro héroe de la subjetividad, la otra gran figura, es Edipo, el descifrador de enigmas, el que investiga un crimen y al final termina por comprender que el criminal es él mismo. Es Edipo el que protagoniza esa estructura de la narración como investigación y por lo tanto como un relato perdido que es preciso reconstruir. Y ese relato ausente es la historia de su vida.

Podríamos pensar entonces a Ulises y a Edipo como protagonistas de esos relatos básicos como grandes modelos del relato y de la construcción de la subjetividad.


(...).

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