martes, 19 de julio de 2011

EL PARÉNTESIS, PEROGRULLO Y DOS BOLEROS (duros)


(a Rosana Alonso)


Hace algunos días y a raíz de un excelente micro de Rosana (De extinciones) se produjo algo así como una tormenta eléctrica en un chupito de agua con gas. Sí, me refiero al uso del paréntesis. Casi todos los que comentamos dijimos lo que pensábamos y, en principio, aquí paz y después déjala correr. Sin embargo, la tormenta volvió a relampaguear el pasado 13 de julio cuando Rosana publicó dos micrazos en LaNave.

Valga lo anterior como contexto, introducción y casi hasta justificación de lo que sigue.

No es difícil convenir, pienso, que aquello que entendemos –o suponemos entender- como literatura se extiende a través de cuatro ramas fundamentales: lírica, narrativa, teatro y ensayo con todas las matizaciones o ampliaciones que la tradición deja, señala o modifica. Como tampoco será difícil convenir –también supongo- que ha sido constante y continuo el intercambio de recursos, pautas, voces y conceptos entre estas cuatro ramas, pongamos desde Grecia en adelante. Es fácil encontrar lítotes, oxímorons, metonimias o metáforas en narraciones, ensayos y obras de teatro –y con inusitada abundancia en el habla coloquial-, es decir, recursos originados en la lírica abandonan aquella privacidad privativísima para contaminarse con el mundanal ruido de la ficción o el discurso. La Ilíada fue compuesta en exámetros dactílicos y, unos cuantos siglos después, Chrétien de Troyes –sin duda unos de los grados cero de la ficción-, escribirá toda su obra en octosílabos pareados ambos resisten muy bien el paso a la prosa porque aquellas formas facilitaban, sobre todo, la narración oral. Algo similar sucede con el soneto que, a pesar de lo estricto de su la forma, la voz poética se apoya en el discurso, que como es sabido es el principio constitutivo del ensayo. Valgan estos casos como ejemplo de lo que afirmo –no me interesa redundar en lo obvio- Valga esta breve introducción para observar que nada es privativo de nada y que, gracias al intercambio entre ramas, géneros o subgéneros lo literario mantiene en pie su condición básica semiótica y comunicacional.

Pero el tema era el paréntesis, ¿no?

Bien, no me remitiré muy allá, pongamos 1611, pongamos Sebastián de Covarrubias y Orozco, pongamos su Tesoro de la Lengua Castellana o Española –se puede leer como diccionario, como obra histórica y hasta como ficción, una versatilidad de la cual su autor no estoy muy seguro que no buscara-. Pues bien, aquí ya encontramos una definición de paréntesis: “Figura gramática de nuestro vulgar castellano. Es quando entre una oración corriente se inxieren algunas palabras que parecen interrumpirla; y ésta conviene que sea breve y recógese entre dos medios círculos uno buelto contra otro” Luego ofrece la etimología griega y apunta a la “interpositio” como derivación que la recogerá al abordar el término “intercalar”. Si he copiado toda la entrada es con la intención de que se compare con lo que actualmente dicen el DRAE y su gramática, María Moliner y su gramática o Manuel Seco y su gramática. No hay que exigir el análisis para advertir que cuatrocientos (400), años después, entre aquel texto y las definiciones normativas actuales, las alteraciones son mínimas o inexistentes.


Ahora bien, si lo que interesa es dar con la función del paréntesis en el plano estético las definiciones normativas son conceptualmente ineficaces. Y ello es así, porque estamos ante la evidencia de un préstamo hipotecario –sí porque lo ata para siempre- que le hace el teatro a la narración, me refiero a los conocidos y famosos “apartes” de las obras teatrales (desde La Celestina, Shakespeare –Hamlet-, Lope. Moratín a Valle y Bertolt Brecht para no irnos muy lejos). ¿Qué se busca con el aparte? Otorgar si-mul-ta-nei-dad a lo que se está representando. Dicho de otra forma, lo que en el texto se expresa por escrito (y casi siempre entre paréntesis, aunque no siempre literalmente escrito en origen) los actores lo ponen es escena con toda la naturalidad que la obra exige. La simultaneidad ha sido siempre la madre del cordero del tiempo de la narración y ha traído de cabeza a todos los narradores que han sido y serán, sobre todo después de que el cine le tocara la cresta. Cuando en una narración se adopta una pauta temporal, nos hemos de someter, nos guste o no, a una determinada sintaxis que siempre nos exigirá ser “correctos” y “coherentes” con el tiempo devorador y sucesorio. Hasta aquí, quién cumpla y “haga lo deberes” será un buen chico aplicado que nunca habrá sacado los pies del plato. Sin embargo a Cervantes, Balzac, Tolstoi –Anna Karenina- “Garbancito” Galdós y algunos más, a todos les acosaba la misma duda o cuestión ¿cómo hacer para contar lo que se da en la realidad tal como en ella se manifiesta? Flaubert y Henry James –unos chicos menos, menos buenos- probarán, cada uno por su lado y sin saber nada el uno del otro, un recurso revolucionario: el punto de vista, o la focalización (dicho con Genette o la Mieke Bal), desde entonces, nada volverá a ser lo mismo entre historia (diégesis) y la figura-función del narrador. Todo ello responde en parte y sólo en parte a la duda que planteábamos anteriormente.

Transgredir o no transgredir, he ahí la cuestión.

Los marxistas dicen –decimos- que lo revolucionario es convertir una situación de hecho en una situación de derecho –ver Henry Lefebreve-. Supongo que algo así buscaban algunos de los grupos que componían el heterogéneo M15M.


Hay años en que todo el Sistema Solar se alinea mirando hacia la cara oculta de la luna y en la Tierra pasan cosas extraordinarias, 1922 fue uno de ellos. James Joyce publicó Ulises, T.S.Elliott publicó La Tierra Baldía y César Vallejo publicó Trilce (y Marcel Proust se fue dejando su obra abierta a “esa especie de cuarta dimensión que es la memoria” (Borges dixit) Los tres primeros, e incluso Proust, tienen un gran valor en común: la trasgresión no sólo de la forma, sino de la totalidad del texto y lo textual. Ni la lírica ni la narración volverán a ser lo mismo después de aquel triple salto mortal sobre el tatami estético de entonces. Convirtieron sus textos –situación de hecho- en el impacto y el impulso necesario para revolucionar lo que la lectura-recepción había sido hasta entonces –situación de derecho-. Después del “bloomsday”de Leopold Bloom, después del monólogo de Molly Bloom es casi imposible –incluso con anteojeras decimonónicas ocupando toda la masa encefálica- no advertir la cantidad de caminos que se le abrieron a la literatura en general y a la narración en particular. Alguien, al otro lado del charco, William Faulkner, comprendió, inmediatamente, que por ahí, por aquellos caminos “joyceanos” se podía encontrar el oro del tiempo y en esa tarea se puso.

¿Y el paréntesis?

A partir de Joyce, de Faulkner (Abasalón, Absalón, por ej.) y de algunos pocos a ambos lados del charco, el paréntesis ya no volvió a ser lo que era y se convirtió en el gran portero del monólogo interior y de todas las simultaneidades imaginables.

Hace ya algún tiempo que concurre a las fiestas a la que lo invitan los microrrelatos. Y en esas anda, aunque a veces, los discípulos de Perogrullo le espeten que, o bien se somete a la norma o aquí nunca se comerá un rosco. Al paréntesis le sobran sonrisas y muecas que reparte según la historia y el humor de los días.


¿Y los boleros (duros)?
¡¡¡¡uuufffff!!! durante casi todo el día de hoy he intentado infructuosamente subir dos vídeos de Olga Guillot. El primero de ellos Arráncame la vida tenía pensado dedicárselo a mi camarada Rosana. El segundo, ¿Qué sabes tú? más allá de que lo publicaba "perque me piaceba" me parecía un excelente ejercicio de monólogo interior en segunda persona, por más que Mirtha Silva, su autora, no ocultara sus intenciones y menos aún, doña Olguita Guillot.
A quién le interese, los dos videos se ven en Youtube

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7 comentarios:

Propílogo dijo...

Buf, buf. Tesina, sí, Hugo. Dije y digo. Se me ha quedado corta la cerveza. Aplaudo y aplaudo por la defensa del arte y de su sentido, en detrimento de... de nada. Y por hacerlo sin acritud, con la elegancia de un cerebro.
Abrazo, salut y sana envidia del conocimiento.

Rosana dijo...

Puf puf digo yo. Gracias por el comentario, la dedicatoria y sobre todo como dice Propi, por hacerlo son acritud y así como si nada, como quien no quiere la cosa.

Siempre aprendo de tus comentarios pero con este he aprendido más y ha despejado las dudas que añun pudiera tener sobre el tema.

Mercí beacoup mon amí

Y por supuesto Salut camarada!!!!

Con tu permiso me guardo el comentario, es de los de guardar para releer siempre que sea necesario.

Rosana dijo...

Por cierto el vídeo de Olga Guillot visto( y cuadra perfectamente con Nouvelle Coisine) , me falta el otro.

Silvia Castro dijo...

Hola topo, estoy de vacaciones. El jueves a la noche me voy a Sierra de la ventana, pero hasta ese día me encontrás seguro porque en Baires hace un frío que pela. Dale así me contás unas cuantas cosas o hablamos de Macri y sus porcentajitos. Muchos cariños!!!!!

Rosana dijo...

Ya vi Qué sabes tú...captado mensaje

Salut camarada

Rosana dijo...

Ya vi Qué sabes tú...captado mensaje

Salut camarada

Rosana dijo...

Captado en el buen sentido quise decir, o sea que yo tan contenta.

Salut!!