lunes, 25 de julio de 2011

(de Cunqueiro, 1)



Leiras de Tardiz


Se llamaba Jesualdo Pértega, pero era conocido por Leiras de Tardiz. Su abuelo era Leiras Vello y su hijo, Leiriñas. El río Tardiz muere en el Miño por la derecha, entre álamo y sauces y riega buenos prados. Todos los Leiras de Tardiz estuvieron en Buenos Aires, trabajando en pastelerías y panaderías. El señor Jesualdo trabajó en la panadería de un libanés que se llamaba monsieur Batani.

-No hay novedad ninguna en los libaneses, que son como los gallegos.

Monsieur Batani estaba casado con una griega y el hijo, que se llamaba Iusef, se casó con una española, malagueña, de la que cansó pronto. Con lo cual se fue al Líbano de vacaciones, se hizo musulmán, repudió a la española y, cuando regresó al Plata ya venía casado con una alemana muy gorda, judía, que cantaba en lo días de fiesta en el Teatro Hebreo de Buenos Aires. Había una pieza en la que salía de Eva. La aplaudían mucho y todos los judíos de la Argentina decían que nunca vieran una Eva tan bien representada, tan lucida, con aquella piel de cera virgen y el andar mecedor que se traía por la alamedas del Paraíso. Batani padre conservaba cierto amor por la malagueña, aún sintiéndose orgulloso por los triunfos de la nueva nuera y le mandaba a la repudiada dulces de almendra con miel y pastel de piñones.

Leiras contaba muchas historias de italianos y aseguraba que estuviera presente en las de ellas, testigo presencial en las pastelerías de Buenos Aires. Por ejemplo, entraba un italiano con borsalino gris perla, corbata verde y zapatos blancos.

-¿Podían hacerme una tarta con bizcocho, mermelada de melocotón, nata y un adorno de guindas todo alrededor?
-¡Cómo no! –respondía el dependiente.
-¿Y alrededor de las guindas podía ir un trenzado de almendras tostadas?
Al cuarto de hora estaba la tarta preparada y el italiano la admiraba.
-¡Bella, bellísima ¿No podía, en el centro, decir E’viva Arnaldino y a cada lado poner un corazón?
-¡Cómo no!
El italiano se miraba en el espejo, afilaba el sombrero por delante, levantaba un poco los pantalones con las manos en los bolsillos y tarareando una canción y enseñaba los calcetines rojos.
-Aquí tiene la tarta
-¡Puede esparcir por encima así como un velo de azúcar y canela?
-Cómo no!
El dependiente le presentaba la tarta al italiano
-¡Bella, bellísima!
-¿Se la envuelvo?
-¡Oh, no! ¡La voy a comer aquí mismo!
El italiano se quita el borsalino gris perla, lo pone en una silla después de soplar en el asiento, pone la tarta encima de los frascos de caramelos y con los dedos y usando muchas servilletas de papel, se la come en un santiamén.
Y al terminar pidió un cuenco de agua, se lavó las puntas de los dedos, pagó y se marchó haciéndose a sí mismo reverencias en el espejo...


Calla Leiras, me mira, menea la cabeza y me comenta:
-¿Qué le parece esa gente? Y nosotros, los gallegos, con un paquetito de pitisús para comer en casa, uno que otro domingo...


.

para O comentario:

(este año, el 28 de febrero se cumplieron 30 años de la muerte de don Álvaro y en diciembre se celebrarán los cien años de su nacimiento. Siiii!!! es imperdonable que hoy, porque se me da la gana me acuerde de este hombre, cuya lectura me animó a tirar por esos caminos de enmedio que hay en la sensibilidad y la imaginación, su lectura me supuso animarme a interrogar la realidad desde un abismo diferente.

prometo a partir de hoy mismo que, cada semana, iré dando algo de los textos que me han interesado, me han gustado o les guardo un especial recuerdo.
este de hoy pertenece a su libro La otra gente publicado por Destino en 1975 y que recogía colaboraciones suyas dispersas. Me interesan especialemente por la estrutura de microrrelatos que tienen -¡claro si no caemos en la necedad de andar midiendo las líneas y contando la cantidad de palabras, como si la extensión fuera lo único que otorga al microrrelato su condición de ser-. es decir, se cuenta una historia mínima, aunque a la "maniera cunqueirana" es decir con una introducción que muchas veces son historias inpendiente, como es este caso.

y callo

salut.

5 comentarios:

Propílogo dijo...

Qué bueno, Don Álvaro, y esa suerte de ahorquillar lanzando datos aquí y allá, dibujando un escenario que se aprecia como una historia alrededor de un hueco...
Salut

mariajesusparadela dijo...

Esa es una de las cosas por las que yo me enamoré de ti a primera vista...

Antonio Tello dijo...

En la España gris del realismo que había sepultado la imaginación y el misticismo de las generaciones anteriores -entre ellas la del 27- don Álvaro Cunqueiro cultivó la fantasía, la magia y le dio a personajes históricos el vuelo de la poesía. También se lo dio a la literatura gastronómica ¿Quién puede olvidar su malicioso apunte de la debilidad de Ricardo Corazón de León por la ánguila?. Excelente recuperación, amigo Hugo.

Rosana dijo...

Me gusta que traigas a Cunqueiro y me gusta el texto pero lo que más me ha gustado de la parte que te toca es esto:

"e interesan especialemente por la estrutura de microrrelatos que tienen -¡claro si no caemos en la necedad de andar midiendo las líneas y contando la cantidad de palabras, como si la extensión fuera lo único que otorga al microrrelato su condición de ser-. es decir, se cuenta una historia mínima..."

Salut Hugox xon x de Marx

Fernando Valls dijo...

Hugo, hermano en Cunqueiro, hay que seguir leyendo a don Álvaro. Saludos desde una lluviosa Berlín.